viernes, 11 de diciembre de 2015

Me he tatuado el dolor de su vida sobre mi corazón.

Que sepáis que no tengo palabras para su odio.
Para la pena de sus muertes, de sus heridos.

Que sepáis que serán mi estandarte. No habrá más.
Y si hace falta, lo grito. ¡NO HABRÁ MÁS!

Que sepáis que comienza la lucha. Comienza la Guerra.

¡Y ZAS!

El erotismo enfermizo del poder se convierte en el pasto de fieras. ¡PODER Y A CALLAR!
¡MALDITA SEA! ¿DÓNDE QUEDARON TUS GANAS DE LUCHA? ¡MALDITA SEA!

No olvidaré, ME LO PROMETISTE.

Aquella manzana podrida y desgastada tuvo que probar tu boca al caer. Otro que sucumbe ante el gusano. No es raro que tus palabras se las lleve el aire. No es raro...

Es fácil olvidarse cuando el seductor trajeado nos besa los labios. Cedes y te dejas llevar por la lujuria de su pícara lengua. Entonces, cuando termina el beso, todavía extasiado,  te das cuenta de que te olvidaste de quien eras y de que dejaste atrás todo lo prometido. Da igual lo que dure el beso, el caso es que ya es tarde.

El seductor ha conseguido lo que quería. Tendrá que añadir una nueva muesca a su cinturón. Y con esa muesca, se lleva todas las esperanzas que nos arrebataste.

Sigamos bebiendo del dulce néctar de la mentira ensangrentada. Sigamos fallando.
Sigamos... hasta que las voces de quienes se olvidaron despierten del sueño. Hasta entonces, sigamos.

lunes, 13 de julio de 2015

No hay alcohol o agua capaz de sanar a este perturbado.

Vive la tortura continua de no sentirse correcto por ninguna parte. Sed...Sed...Sed...

Dice que vuelven las voces. Las extrañas. Las amadas voces. Voces...Voces...Voces...

¡Sácialo a GRITOS! ¡Haz compañía a las voces! Gritos...Gritos...Gritos...

Clavos de oscurecidad soledad. Espero que eso te llene, perturbado. Eso y las horribles pero amadas voces.

¡QUÉ BESEN TU SED, QUE TU LES RESPONDERÁS CON GRITOS!

Las voces tu única ayuda, perturbado.  ¡Gritale! ¡Gritale! ¡Gritale! Que se una a las voces...

Dice que no callan las voces. ¿ Por qué no callas, perturbado? No calla... No calla... No calla...

Nunca calla, porque la locura endulza su soledad. Las voces no lo dejaran jamás solo. Siempre esperan su respuesta. Respuesta...Respuesta...Respuesta... 

Las voces le odian y le aman. Nunca le dejarán solo.


¿Quién no quisiera estar loco para no volver a sentir soledad?